Primer TALLER  de TEATRO para SORDOCIEGOS 

Comunidad Valenciana - Alicante - 7 Noviembre 2009

                                                                                                                                 

 

 

 

  

  

  

  

  

  

  

 

 EL TEATRO

 ¡Muy buenos días a todos! Es un placer y un honor para mí compartir con vosotros este primer Taller de Teatro para sordociegos que se celebra en la Comunidad Valenciana y que espero que, si funciona y os gusta, tenga continuidad en el futuro. Pero antes de seguir con este rollo que os voy a soltar y que espero que no se os haga muy aburrido, quiero que no olvidemos nadie una cosa muy importante: Hoy estamos aquí para divertirnos, para olvidarnos de nuestros problemas y para ser capaces de reírnos, de pasarlo bien y de disfrutar con este día de teatro que vamos a vivir.

         Y otra cosa: Hay que relajarse, olvidarse de la vergüenza y del miedo a hacer el ridículo. Interpretar es una forma maravillosa de expresar muchas cosas que todos llevamos dentro y que viene muy bien para sentirse más a gusto como persona. Además, para hacer teatro tampoco hace falta ser actor. El teatro está presente en nuestra vida diaria. De alguna manera hacemos teatro al relacionarnos con los demás aunque no nos demos cuenta. Por ejemplo, al mentir (porque todos de vez en cuando hemos dicho alguna mentira), al contar un chiste o una historia a un amigo y, en fin, en muchas otras cosas.

         Aunque sé que muchos de vosotros ya me conocéis por medio de mi hermana Clara, me llamo Enrique Victoria, o Quique, que es como me llaman los que me conocen y como me gustaría que me llamarais todos vosotros. Soy actor profesional, es decir intento vivir del siempre complicado y duro trabajo (pero maravilloso para el que le gusta) de interpretar, de ser otra persona que no soy yo y de poder así conocer formas de ver la vida que no tienen nada que ver con la mía. Porque el éxito del actor consiste en que parezca verdad lo que cuentas, que seas capaz de transformarte en algo que no eres tú, una persona diferente pero también un animal o incluso una cosa.

 Yo, por ejemplo, haciendo mi trabajo como actor he hecho reír, he hecho llorar, he hecho de buena persona pero también de muy mala persona, me he disfrazado de rana dando saltos por un campo de fútbol, he hecho de extraterrestre, he sido padre de familia, policía, racista, político, drogadicto, loco, camarero, ultra de un equipo de fútbol, doctor, tartamudo, cazador, abogado, borracho, abuelo, maltratador, paralítico en silla de ruedas (en un cortometraje que hice con mi hermana Clara) y muchos otros tipos de personajes de los que ya no me acuerdo y que no tienen nada que ver con lo que yo soy en realidad. Y esa, como os he dicho antes, es la gracia y la fuerza del actor o del teatro: Intentar ser lo que no eres y que parezca verdad.

         Y el teatro, para mucha gente, representa la verdadera interpretación (más que el Cine o la Televisión) porque permite la expresión de esos sentimientos en contacto directo con el público que acude a verte actuar.

         Y bueno, aquí surge un problema que nos afecta a todos los que estamos aquí reunidos. El trabajo del actor en el teatro es algo visual y auditivo, es decir, es algo que el público, desde sus butacas, ve y oye. Y, claro, aquí lo de ver y lo de oír lo tenemos un poquito complicado... Oye, pero esto que conste que os lo digo con todo el cariño del mundo, eh, para poner un poquito de sentido del humor en este rollo que os estoy soltando. Que reírse de los problemas siempre ayuda a superarlos.

         Pero no os preocupéis porque no pasa nada. En esta vida, menos morirse, todo tiene solución y el teatro también se puede practicar sin necesidad de ver y oír, basta con utilizar el sentido del tacto para que lo que vosotros hagáis puedan sentirlo otros sordociegos que os puedan tocar o que, por medio de vuestros acompañantes, os podáis enterar de lo que cada uno de vuestros compañeros está representando. Y eso es lo que vamos a tratar de hacer en el día de hoy.

 Pero antes de ponernos manos a la obra (y nunca mejor dicho porque aquí las manos tienen que ser nuestros ojos y nuestros oídos) quisiera contaros brevemente lo que ha significado el Teatro en la Historia de la Humanidad, sus orígenes y su evolución hasta la actualidad.

         El Teatro ha existido, prácticamente, desde que el hombre está en la Tierra. En la Prehistoria, cuando los hombres vivían en cuevas, ya sabemos que, de alguna forma, existía una forma muy primitiva de teatro. Las personas (incluso antes de que hubiera un auténtico lenguaje con el que poder comunicarse) expresaban sus sentimientos, sus miedos y sus alegrías a través de danzas y rituales de caza que quedaron reflejados en muchas de las pinturas prehistóricas con las que decoraron las cuevas donde vivían.

         Luego, en las más antiguas culturas orientales de la China o de la India y, sobre todo, en el Egipto de los faraones, también han quedado restos arqueológicos que demuestran que, ya entonces, se practicaba una especie de Teatro que, eso sí, siempre estuvo relacionado con el culto a los dioses en los que creían. Porque al Teatro, en sus orígenes, siempre se practicó para respetar y honrar a los dioses. Tuvo un uso exclusivamente religioso.

         Pero fue la cultura griega, en el Siglo V antes de Cristo, la que realmente creó el Teatro tal y como más o menos lo conocemos hoy en día. Por eso en español la palabra Teatro viene de la palabra griega Zeatrón, que significaba “lugar para contemplar” y que se refiere al sitio donde se representaban historias siempre relacionadas con el culto a los dioses. Los griegos construían sus teatros aprovechando las laderas de las montañas, donde se situaba la grada de piedra donde se sentaban los espectadores. El más grande y famoso de todos los teatros griegos fue el Teatro de Epidauro.

 Los griegos inventaron los dos grandes tipos de teatro: El Drama y La Comedia. El drama habla de historias tristes, trágicas, que siempre acaban mal. La comedia es justamente lo contrario: Habla de cosas alegres y divertidas para hacer reír al público que va a verlas. El escritor griego más importante de obras de teatro fue Sófocles. Los actores griegos salían al teatro llevando máscaras en la cara y según el personaje que hacían, la máscara era triste (si era un drama) o tenía dibujada una sonrisa (si era una comedia).

         Después de los griegos, los romanos también practicaron mucho el arte del Teatro y, además de hablar de sus dioses, también empezaron a contar historias de lo que les pasaba a las personas normales. Y como durante la época romana se construyeron ciudades muy grandes y con muchos habitantes, los teatros no siempre se construían, como los griegos, en las montañas, sino que estaban dentro de las mismas ciudades. Aunque, por ejemplo, un teatro romano que todos los valencianos conocemos, el Teatro de Sagunto, se hizo como lo hacían los griegos, aprovechando la ladera de una montaña para construir la grada donde se sentaban los espectadores.

         Pero cuando desapareció el Imperio Romano, el teatro vivió muchos años de olvido durante toda la Edad Media. El teatro solo lo disfrutaban los reyes y la gente poderosa y, normalmente, solo existían los bufones, unos tipos de actores que se dedicaban a hacer reír a los reyes y a los más ricos en las fiestas que se celebraban en los palacios.

         Pero a partir del Siglo XVI el Teatro volvió a tener la importancia que tuvo en el pasado. Los italianos, en la época del Renacimiento, mejoraron el antiguo teatro que hacían sus antepasados los romanos y le dieron mucha importancia a cosas como los decorados que se colocaban en el escenario y al vestuario que vestían los actores para hacer sus obras.

En España y en Inglaterra, durante los Siglos XVI y XVII aparecieron grandes escritores que hicieron muy popular el Teatro entre la población. En Inglaterra nació William Shakespeare, para muchos el mejor escritor de obras de Teatro de toda la Historia y que, entre otras, escribió “Romeo y Julieta”, la más famosa historia de amor de todos los tiempos. Y en España, al margen de las obras de teatro que escribió Miguel de Cervantes, en el Siglo XVII (durante nuestro Siglo de Oro) existieron famosísimos escritores como Lope de Vega, Tirso de Molina y Calderón de la Barca que hicieron muy popular el teatro en nuestro país. Además, en España, se inventó un tipo de edificio propio para ver las obras de Teatro: Los Corrales de Comedia, unos edificios donde desde el mismo Rey hasta el ciudadano más humilde podían ver la misma obra de teatro.

         A partir de entonces las condiciones en las que se representaban las obras de teatro fueron mejorando con el paso del tiempo y, a partir del Siglo XIX y sobre todo del Siglo XX, el Teatro se ha popularizado por completo y habla de muchísimos temas que interesan a todas las personas. Además, desde que se inventó la luz eléctrica y muchas otras cosas, las obras teatrales son mucho más interesantes de ver. Los efectos que se consiguen con los focos y las luces, así como con los modernos decorados que pueden representar cualquier tipo de espacio, hace que el público todavía disfrute más.

         De todas formas, la verdadera fuerza del Teatro, la que le da esa magia tan especial que lo convierte en algo único sigue siendo la misma que ya inventaron los griegos hace más de dos mil años: El contacto directo entre el actor y el público al que se le cuenta una historia. Y, bueno, una cosita más para acabar: El día del Teatro se celebra en todo el mundo el 27 de marzo de cada año. Pero la mejor forma de celebrarlo es acudir con frecuencia a ver obras de teatro, es lo mejor que se puede hacer para que siga más vivo que nunca y nunca desaparezca.

 ENRIQUE VICTORIA

 

Las fotos y el vídeo han sido hechos por

 JUAN ANTONIO PARRA LEÓN   (Gracias, CRACK...)